
Las mangostas preñadas en una colonia dan a luz la misma noche, un fenómeno que dificulta que las madres sepan qué crías son las suyas. Pero esa confusión funciona a su favor, e incluso puede conducir a una distribución más justa de los escasos recursos.
Trabajando con siete grupos de mangostas en Uganda, científicos de la Universidad de Exeter y la Universidad de Roehampton manipularon el peso al nacer de las crías dándoles comida extra a algunas de las mangostas preñadas, pero no a todas. Después de dar a luz, las madres bien alimentadas adoraban a los cachorros más pequeños nacidos de las mangostas desnutridas alimentándolos, cargándolos, protegiéndolos y acicalando con más frecuencia que a sus propios cachorros más grandes.
“Predijimos que un ‘velo de ignorancia’ haría que las hembras centraran su cuidado en los cachorros más necesitados” en lugar de en su propia descendencia, dijo el biólogo evolutivo de Exeter Michael Cant en un comunicado de prensa. Al hacerlo, agrega, las madres mangostas minimizan el riesgo de que su futura descendencia algún día se enfrente a una desventaja, mientras iguala el campo de juego para toda la colonia.