
Cuando se trata de nuestros sentidos, con frecuencia nos enfocamos en lo externo (el trueno, el resplandor de la luz del sol, la fragancia de las flores) que capturó nuestra atención en primer lugar. Pero nuestros cuerpos también tienen una gran cantidad de sentidos internos que le dicen a nuestro cerebro si nuestro corazón está latiendo a la velocidad correcta, por ejemplo, o si nuestra presión arterial es demasiado alta. Estas señales viajan constantemente a través de hormonas y nervios, incluida una misteriosa red de 100.000 fibras llamada nervio vago.
Ahora, nuevas técnicas están ayudando a los científicos a mapear las ramas delgadas y retorcidas del nervio vago, que conecta el cerebro con el corazón, los intestinos y otros órganos internos, y hacer descubrimientos sorprendentes sobre su papel en la memoria y las emociones. Estos hallazgos han generado investigaciones sobre tratamientos para todo, desde la enfermedad de Alzheimer hasta el trastorno de estrés postraumático y han llevado a la aprobación de implantes médicos para ayudar a tratar la epilepsia y la depresión. Cuando se trata de comprender la conexión entre el cerebro y la mente, es posible que una revisión intestinal no esté de más.